lunes, 23 de enero de 2012

La Final del Beisbol

Me Declaro Inocente

Más de 60 juegos de temporada regular, 16 de semifinal y nada de eso fue suficiente para decidir quienes iban a la final. Sólo los Tigres habían asegurado su boleto, mientras que los otros tres se jugaron la vida en dos partidos adicionales que terminaron en la madrugada con la masacre de los Tiburones sobre los Naufragantes 16 a 1.
Este repaso se “parece igualito idéntico” al tema de las primarias. Los candidatos tienen dos años de campaña, elecciones y conversaciones internas de sus partidos (los que tienen), marchas, mitines, conferencias, debates, y ya nada de eso cuenta. Ahora hay que fajarse (también hasta la madrugada) en las elecciones del 12 de febrero a ver cual de ellos pasa a la final contra Hugo.
Lo demás también es igual. Fanáticos que quieren gritar más que los del otro lado. Estadios y calles sucias. Gente que se pinta la cara. Unos que salen decepcionados. Otros que aprovechan para hacer negocios (vendedores de pastelitos y cervezas, franelas y calcomanías) y a la final, alguien que se lleva la victoria y Tibisay que dice en la madrugada: ya es una tendencia irreversible.
Claro, uno de los dos escenarios es más ameno y divertido que el otro. Ciertamente el béisbol es más aburrido que la política. Con la política podemos hacer más chistes y situaciones graciosas. Como imaginarnos una reunión entre Arias Cárdenas y Di Martino poniéndose de acuerdo para la campaña: ninguno de los dos confiaría en el otro por traidor, impostor, vendido y falso… ambos. O imaginarnos a Iris Varela como la Madre Teresa visitando a Mazuco y explicándole que él fue el culpable por haberse lanzado como diputado.
Total, hay miles de situaciones que nos podemos imaginar de la política, aunque no tantas en el béisbol: o gana uno o gana el otro. Y siempre que no sean los Llorones del Caracas o los Naufragantes del Magallanes, todo está bien.


Roberto Rivas Suárez
Periodista
@rrivassuarez

No hay comentarios:

Publicar un comentario