Al igual que a mi papá, Rafael Rivas, a Aparicio le apasiona tanto el beisbol como la formación de los niños y jóvenes, y eso lo conversaron una tarde marabina en la que el ex grandes ligas se tomó su tiempo para visitar un estadio de categorías infantiles, donde niños de entre 7 y 9 años daban los primeros pasos y recibían los consejos iniciales para disfrutar de ese maravilloso deporte.
La plática entre dos grandes valores del Zulia –cada uno a
su nivel- desmenuzó el deporte en todas sus tonalidades, desde el amateur al
profesional, desde la visión de quien lo promueve, hasta la mirada de quien lo
practica y se llena los pies de arena en cada jugada.
Analizando andaban los apoyos públicos a las instituciones
deportivas, cuando el eterno 11 de los Medias Blancas de Chicago le dijo a papá
algo así como:
-“Lo que yo no entiendo es por qué los políticos no deciden
dar más apoyo al deporte menor”
-“Lo que pasa Luis, es que los que se meten en la política lo
hacen desde muy jóvenes y casi ninguno de ellos practicó algún deporte… ellos
no saben lo que se necesita en el deporte menor, porque no lo vivieron”… argumentó
mi padre.
Aparicio se frotó el mentón y tras analizar la respuesta, terminó
dándole la razón a papá.
-“No lo había visto desde ese punto de vista, creo que debe
ser por eso”, admitió el único hall de la fama venezolano.
El destino quiso que años más tarde, la Pequeña Liga de
Beisbol Universitaria bautizara el pequeño campo donde se desarrolló la
conversación, con el nombre de “Estadio Rafael Rivas”, en homenaje a quien consideraron
“Alma, Corazón y Vida”, de esa institución por casi tres décadas. El recinto,
está enclavado en el Complejo Polideportivo de Maracaibo, a menos de